Hay buenas razones para hacerlo. Así conmina el autor francés Stephan Hesse, en su obra Indigne Vous, el único autor de la Declaración Universal de Derechos Humanos que todavía vive, quien a sus 93 años nos da una lección de vida; un poco como dice mi padre “ser romano”, refiriéndose a que éstos reclamaban por sus derechos constantemente, no importaba el estrato social, seguramente por eso está vigente el derecho romano en nuestra legislación.
Sigo con Hesse, “La gente está preocupada por lo que ocurre, cree que no está siendo bien gobernada y que ciertos valores no son garantizados como deberían”, “La idea de que pueden reunirse en las calles y hacer manifestaciones, está bien. ¿Pero notan realmente lo escandaloso de lo que está pasando?”. “El llamado es a todos los ciudadanos, hayan votado por la izquierda o la derecha”.
No les parece familiar estos pensamientos, ¿nos están poniendo a prueba y los ecuatorianos no lo percibimos?, ¿es más cómodo mirar a un lado que actuar?. Están minando la base de la sociedad, el estado de derecho, la separación de los poderes, el control del gasto público.
Alejándose de la filosofía, y ya en la cancha, tenemos un Código de la Producción similar a la Ley de Economía Sostenible española, que está sentando un modelo de desarrollo diferente, válido, que merece nuestro apoyo y críticas. Tenemos un Código nuevo para los Gobiernos Autónomos Descentralizados (COOTAD), que entrega herramientas legales y económicas adecuadas para potenciar un desarrollo organizado y sustentable. Pero una Corte Constitucional que avergüenza, una Asamblea atrapada, un Ejecutivo bien intencionado pero confundido, una Fiscalía dedicada al show, un Consejo de Participación Ciudadana inerte, un Tribunal Electoral entregado al vaivén de Carondelet. Sumado al poder económico y comunicacional del Gobierno.
Entre esa marea de situaciones, el tema ambiental es nulo, el Ministerio del Ambiente pasa desapercibido en acciones nuevas, en control de la deforestación, en iniciativas para reducción de tiempo en trámites. Cobran cuantiosas tasas y no se entregan licencias ambientales. La iniciativa Yasuní no logrará llegar a junio con el dinero que requiere (por absurda, dejo de lado la valoración de los recursos naturales centrándose sólo en evitar la emisión de C02 a la atmósfera). Ni un Municipio ha iniciado un proyecto de reciclaje integral, rentable, solidario. Se crean normas ambientales sin determinar el costo de implementarlas. Se desconocen derechos del regulado y se olvidan de sus obligaciones. ¿Por qué les es tan difícil conciliar coherentemente la producción con la prevención y control ambiental? ¿Para qué sirve tanta Planificación si la visión no es la misma?.
Como decía José Saramago, ante situaciones no justas, idiotas, mediocres, ladrones, corruptos: "No tengamos tanta paciencia".
Si, indignémonos, rebelémonos, sin desmanes, pero que no quede en el circulo de trabajo, social, que llegue donde las papas se cuecen, a nuestros alcaldes, prefectos, ministros, jueces, al Presidente; hace dos siglos Kant en su obra la Paz Perpetua decía que el ciudadano debe actuar como colegislador, tomando parte en la dirección de la sociedad a la que pertenece .…. entonces, Si quiere ser feliz, no acepte nunca lo que considere inaceptable. Rebélese.
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